A veces me sorprendo respirando,
como si el mundo no se hubiera acabado.
Como si tu adiós
no fuera un incendio
que aún me devora por dentro.

Camino entre sombras,
pero ninguna es la tuya.
Solo el silencio me acompaña,
fiel como el dolor que dejaste.

Me dijeron que el tiempo cura,
pero solo ha aprendido
a esconder mejor las cicatrices.
Las tuyas…
las mías…
las que nunca sangraron,
pero duelen más que la muerte.

— Daijina no Hito